lunes, 7 de agosto de 2023

La novelista que no quiso ser (relato)

Así que vos querés saber cómo empecé con todo esto, ¿no? Bueno, voy a hacer memoria, entonces.

Hace muchos años, alguien me dijo que me veía condiciones para dedicarme a la crítica cinematográfica, lo que me sorprendió. Pero poco después lo asocié con mi afición por el cine y la idea empezó a gustarme. Entonces, me puse en contacto con Osvaldo Quiroga y Rómulo Berruti para tomar clases, aunque me di cuenta de que yo quería otra cosa. En realidad, lo que yo quería era escribir películas, o sea, guiones de cine.

Ahí pensé en formarme con Damián Szifrón, el autor de “Los simuladores”, ¿te acordás?, pero en Canal 11, o Telefé si te gusta más, me dijeron que él no daba talleres, aunque Patricio Vega sí, que era su coordinador autoral. Y allí fui por un par de años.

A esa altura decidí ir al Festival de Mar del Plata, ¿lo tenés?, y resulta que vi un cortometraje espectacular, “Medianeras”, del que después se hizo un largometraje, de un tal Gustavo Taretto, y yo me dije, si este pibe escribe así, porque el guión era de él, yo quiero aprender con su maestro, y entonces lo contacté.

Me contestó que el “susodicho” era José Martínez Suárez, Josecito para la Chiqui, y empecé a bombardearlo a llamadas telefónicas. Que no puedo, que tengo todo el tiempo ocupado, que llámeme en un mes, que llámeme en dos meses, y tanto va el cántaro a la fuente que, al final, me dijo que sí.

Estuve tomando clases con MS, como él firmaba todos los e-mails, durante otros 2 años, momento en el que cerró su taller de los últimos 20 para asumir como presidente del festival que te mencioné, porque era un laburo de tiempo completo. Tan completo que el viejo no se tomaba vacaciones y estaba en la oficina como 10 horas diarias.

Todo esto lo sé porque me postulé como su secretaria, y después de decirme que no porque era un trabajo temporario y que yo estaba en relación de dependencia en la editorial donde trabajaba, que no porque tenía un hijo a cargo y que corría el riesgo de que no me renovaran el contrato, y la mar en coche, finalmente lo convencí otra vez, me tomó una prueba de traducción simultánea de una película de Abbas Kiarostami, lo que hice con bastante dignidad, te confieso, y desembarqué en el famoso INCAA, el instituto de cine, pero esa es otra historia.

¿Te aburro o querés que siga…? Sigo, entonces, ya falta poco. Como no podía presentar mis propios proyectos por incompatibilidad de funciones, imaginate, los del comité evaluador me conocían, entonces, convertí algunos guiones míos en novelas y las publiqué, ya van tres, la última el año pasado. Te cuento que empecé a escribir la cuarta, pero desde cero, porque no tengo más guiones que me interese transformar en literatura.

Debo confesarte que no he sido una gran lectora, aunque esto haga un poco de “ruido”, por lo que no registro influencia de escritores, aunque sí me ha llamado más la atención el cine y lo he consumido más. De todos modos, tampoco podría hablar de directores que hayan influido en mi escritura. Con respecto al teatro, recién en los últimos años comencé a apreciarlo verdaderamente.

En síntesis: me he formado un poco en cine, he hecho algún que otro taller literario, incluso uno de dramaturgia con Mauricio Kartun, he leído un poco, he mirado cine un poco más; últimamente, veo muchos documentales y programas de información general, y no me refiero a la pandemia, sino a los últimos 8-10 años, pero, sobre todo, siempre me ha gustado mucho observar. Desde mis épocas de facultad. Observar gente, situaciones, paisajes. O pensar al respecto de variadas cosas y asociarlas, sin saber muy bien adónde voy a terminar. A veces llego a conclusiones muy lineales y otras veces aparezco por lugares que no me esperaba.

Bueno, eso. Cuando arranqué, en 2004, no imaginé que terminaría escribiendo novelas en lugar de guiones de cine. Recuerdo que Josecito, o MS, como prefieras, me dijo que usara seudónimo por eso de la incompatibilidad, a lo que yo le respondí que quería ver mi nombre en la pantalla. Creo que fue por eso que terminé desembarcando en la literatura. Porque, como me dijo José Luis Garci en “La Feliz”, muchos años atrás, hay que ponerse al frente de los proyectos propios, de allí que él haya dirigido sus guiones, pues un guionista pierde casi todos los derechos sobre lo que escribió al entregarlo, a diferencia de un escritor.

No sé si contesté tu pregunta, ¿o no me preguntaste nada y me imaginé todo…?

Hola, hola, ¿estás ahí?

¡¡Holaaa…!!

Me cortó la muy guaranga.

miércoles, 27 de abril de 2022

Y tu vida será otra (novela, capítulo 1)

 Parte I: De cómo se dieron las cosas


1

Su madre siempre le decía que a los canarios había que atenderlos diariamente. Pobres criaturas del señor, ellos no podían hacerlo solos, así le decía, una y otra vez, todos los días. Era imposible olvidarse. Pasaban los días, los meses, los años, y siempre repetía lo mismo. Parecía una letanía. Y lo peor de todo es que se le paraba al lado, pero bien al lado, y se lo decía casi al oído. Era desesperante.

Tan ensimismada estaba esa mañana que volcó el bebedero sobre la blusa que llevaba puesta. Con la mirada turbia comenzó a hacer pucheros justo en el momento en el que su madre se aproximaba, pero no iba a darle el gusto. Rápida giró, como pivotando en pelota al cesto, “yo era buenísima”, se dijo, y se dirigió a las jaulas. Su madre, con la boca abierta, la vio alejarse; esta vez no había podido.

Feliz con su pequeño triunfo rellenó los comederos y le guiñó un ojo al canario naranja. Convencida de que le había entendido, cuando el bicho se puso a gorjear, creyó que le estaba hablando.

-Nena, ¿ya atendiste a los demás? Mirá que no pueden hacerlo solos… -dijo la vieja, arrastrando los sonidos, además de las chancletas.

Olga Pietrantonio sintió una puntada en la nuca, acababan de arrojarle un dardo envenenado. A pesar de todos los recaudos que había tomado, no pudo evitar aquella frase que la mortificaba. Al darse vuelta con lentitud, vio que su madre sonreía burlona mientras se apantallaba con una revista. El emplumado pareció aprovechar la situación y arengar al resto a imitarlo, pues tímidamente comenzaron a piar. Uno a uno fueron sumándose, hasta que el canto se convirtió en un ruido ensordecedor. Olga se paró frente a las jaulas y, en actitud amenazante, los enfrentó con la manguera.

-No te atrevas… -susurró Gladys.

Aquello se había convertido en una contienda. El aire estaba cargado. Olga blandía el cilindro de goma como un fusil de guerra dispuesta a todo. Sin embargo, su madre no se quedaba atrás. Sus ojos vigilantes y la tensión de todo su cuerpo recordaban a una mamba a punto de atacar.

Entonces apareció Gregorio, el padre, cargando una bandeja con el termo, el mate y los bizcochitos de grasa del domingo y atravesó el fuego cruzado. Olga pensó en definir la situación de una vez y para siempre, pero al ver que su madre había perdido el interés y seguía los pasos de su marido como hipnotizada, revoleó el delantal sobre la jaula del canario naranja, restableciendo la calma.

Ya tendría su merecido desquite, era tan sólo cuestión de tiempo.



lunes, 23 de agosto de 2021

Ritual (ejercicio sobre poema de Jacques Prévert)

 Echó té

en la taza

Agregó leche                                                                                            

en la taza de té

Después sumó el azúcar

y puso el pan

a tostar

Bebió varios sorbos

Tomó la miel

y roció el pan

Masticó con placer

y una vez más…

Echó té

en la taza

Agregó leche

en la taza de té

Después sumó el azúcar

y volvió a beber

Roció con la miel

otra rebanada de pan

Mirando sin ver

Percibió el cigarrillo

que la obligó a atender

Encendió el extractor

para proteger el ritual

Bebió el resto de la taza

y entonces decidió

Con dos rebanadas

está más que bien

Fue ahí que la lluvia

la hizo llorar


jueves, 19 de agosto de 2021

El broche muerde la soga de la ropa (poema)

 El broche muerde la soga de la ropa

porque tiene hambre de hilachas.

Hambre, mucha hambre.

Y al morder, más y más destroza,

más y más avanza.

La ropa teme su cercanía desmesurada

y trata de ahuyentarlo, pero falla.

En el intento se desgarra, hecha girones,

mientras el broche ríe sin parar.

Lo ha logrado una vez más,

en el camino queda un tendal.

La ropa casi muerta, agonizante, clama a gritos,

aunque ya nadie la escucha.

Irá directo al cesto de basura o, con suerte,

como trapo al lavadero.

Eventualmente le llegará el desquite,

aún hay broches aferrados a la soga.

Los que se resquebrajarán al sol,

o serán oxidados por la lluvia.

Momento sublime de la justa venganza.

Entonces, y sólo entonces,

se equilibra la balanza.

sábado, 28 de marzo de 2020

Mindfulness (relato)

Su cabeza estaba repleta de pensamientos. Pensamientos sobre la pérdida de valores, pensamientos sobre el cambio climático, pensamientos sobre la violencia de género, pensamientos sobre las revueltas sociales, pensamientos sobre la intolerancia religiosa, pensamientos sobre la falta de recursos naturales, pensamientos sobre el monopolio, pensamientos sobre el intervencionismo en las tendencias…
Llevaba tanto tiempo pensando que se sentía de otro siglo. No recordaba haber dejado de pensar ni un solo día. Aunque también pensaba acerca de cosas más cotidianas…
Pensaba cómo desempeñar mejor su trabajo, pensaba cómo ser un marido más atento, pensaba cómo convertirse en un padre más amoroso, pensaba cómo actuar de modo más solidario.
Hasta que se dio cuenta de que llevaba una gran carga sobre los hombros. Su capacidad casi infinita de pensar y repensar cada situación, por más pequeña o efímera que fuera, le había otorgado el apodo de Mister Encyclopaedia, algo que le había sacado una sonrisa al principio pero que deseaba desterrar de la memoria colectiva en la actualidad.
Por lo que, decidido a darle un giro de 180 grados a su existencia, se propuso darle rienda suelta a la espontaneidad y desembarazarse de tanta reflexión y análisis. Grande fue su sorpresa al pasar por una vidriera y observarse en el espejo que allí había: su cabeza había recobrado su aspecto normal. Y se dispuso, entonces, a vivir la vida.

miércoles, 30 de octubre de 2019

Sunshine (microrrelato a prueba del clima)

Otra tarde gris. Ella miraba por la ventana de la oficina y sólo veía monotonía. “Con lo lindo que es el sol…”, se escuchó balbucear. Últimamente brillaba por su ausencia. ¡Qué gracioso, le pareció un juego de palabras! O un juego de imágenes, mejor. Un juego de imágenes en el que el sol brillaba por su ausencia. “¿Cómo brilla un sol ausente?”, dijo. Dibujó un sol bien amarillo, resplandeciente, y después dio vuelta la hoja. Claro, así no brillaba. Entonces espió del otro lado y lo vio.

Volteó la hoja una y otra vez para convencerse de que allí estaba. ¿Cómo hacer para que no se fuera, para que volviera? Ella no tenía poder sobre el cielo, que lloraría su carga nubosa cuando llegara el momento. ¡Era tan poco lo que podía hacer desde este lado de la ventana, que le devolvía sólo monotonía! Gris, opaca, deslucida, otoñal monotonía. Ahí fue cuando se dio cuenta.

Tomó la hoja de papel y la cinta adhesiva con decisión…

Así estaba mejor, mucho mejor.

El sol volvió a brillar en la ventana. 

jueves, 24 de mayo de 2018

La vida misma (poema breve, o a la manera de...)

Puertas que abren, puertas que cierran. Puertas que limitan, puertas que invitan. Puertas viejas, puertas nuevas. Puertas altas, puertas bajas. Puertas angostas, puertas anchas. Puertas macizas, puertas enchapadas. Puertas robustas, puertas livianas. Puertas de madera, puertas de metal. Puertas infranqueables, puertas amistosas. Puertas variopintas, puertas uniformes. Puertas transparentes, puertas opacas. Puertas que embelesan, puertas que rechazan. Puertas infames, puertas leales. Puertas memorables, puertas olvidables. Puertas plegadizas, puertas corredizas. Puertas luminosas, puertas opresivas. Puertas contundentes, puertas reemplazables. Puertas invisibles, puertas inviolables. Puertas decoradas, puertas austeras. Puertas impecables, puertas demacradas. Puertas anodinas, puertas mágicas. Puertas salvadoras, puertas vengativas. Puertas con historia, puertas sin pasado. Puertas que armonizan, puertas que no encajan. Puertas para transponer, puertas para respetar.

Puertas y más puertas. Muchos tipos de puertas. Hay todo un universo en las puertas. 

(Texto surgido de un taller literario reciente organizado por la UNTREF.)