Así que vos
querés saber cómo empecé con todo esto, ¿no? Bueno, voy a hacer memoria,
entonces.
Hace muchos
años, alguien me dijo que me veía condiciones para dedicarme a la crítica
cinematográfica, lo que me sorprendió. Pero poco después lo asocié con mi
afición por el cine y la idea empezó a gustarme. Entonces, me puse en contacto
con Osvaldo Quiroga y Rómulo Berruti para tomar clases, aunque me di cuenta de
que yo quería otra cosa. En realidad, lo que yo quería era escribir películas,
o sea, guiones de cine.
Ahí pensé en
formarme con Damián Szifrón, el autor de “Los simuladores”, ¿te acordás?, pero
en Canal 11, o Telefé si te gusta más, me dijeron que él no daba talleres,
aunque Patricio Vega sí, que era su coordinador autoral. Y allí fui por un par
de años.
A esa altura
decidí ir al Festival de Mar del Plata, ¿lo tenés?, y resulta que vi un
cortometraje espectacular, “Medianeras”, del que después se hizo un
largometraje, de un tal Gustavo Taretto, y yo me dije, si este pibe escribe
así, porque el guión era de él, yo quiero aprender con su maestro, y entonces lo
contacté.
Me contestó
que el “susodicho” era José Martínez Suárez, Josecito para la Chiqui, y empecé
a bombardearlo a llamadas telefónicas. Que no puedo, que tengo todo el tiempo
ocupado, que llámeme en un mes, que llámeme en dos meses, y tanto va el cántaro
a la fuente que, al final, me dijo que sí.
Estuve
tomando clases con MS, como él firmaba todos los e-mails, durante otros 2 años,
momento en el que cerró su taller de los últimos 20 para asumir como presidente
del festival que te mencioné, porque era un laburo de tiempo completo. Tan
completo que el viejo no se tomaba vacaciones y estaba en la oficina como 10
horas diarias.
Todo esto lo
sé porque me postulé como su secretaria, y después de decirme que no porque era
un trabajo temporario y que yo estaba en relación de dependencia en la
editorial donde trabajaba, que no porque tenía un hijo a cargo y que corría el
riesgo de que no me renovaran el contrato, y la mar en coche, finalmente lo
convencí otra vez, me tomó una prueba de traducción simultánea de una película
de Abbas Kiarostami, lo que hice con bastante dignidad, te confieso, y
desembarqué en el famoso INCAA, el instituto de cine, pero esa es otra
historia.
¿Te aburro o
querés que siga…? Sigo, entonces, ya falta poco. Como no podía presentar mis
propios proyectos por incompatibilidad de funciones, imaginate, los del comité evaluador
me conocían, entonces, convertí algunos guiones míos en novelas y las publiqué,
ya van tres, la última el año pasado. Te cuento que empecé a escribir la cuarta,
pero desde cero, porque no tengo más guiones que me interese transformar en
literatura.
Debo
confesarte que no he sido una gran lectora, aunque esto haga un poco de
“ruido”, por lo que no registro influencia de escritores, aunque sí me ha
llamado más la atención el cine y lo he consumido más. De todos modos, tampoco
podría hablar de directores que hayan influido en mi escritura. Con respecto al
teatro, recién en los últimos años comencé a apreciarlo verdaderamente.
En síntesis:
me he formado un poco en cine, he hecho algún que otro taller literario, incluso
uno de dramaturgia con Mauricio Kartun, he leído un poco, he mirado cine un
poco más; últimamente, veo muchos documentales y programas de información
general, y no me refiero a la pandemia, sino a los últimos 8-10 años, pero,
sobre todo, siempre me ha gustado mucho observar. Desde mis épocas de facultad.
Observar gente, situaciones, paisajes. O pensar al respecto de variadas cosas y
asociarlas, sin saber muy bien adónde voy a terminar. A veces llego a
conclusiones muy lineales y otras veces aparezco por lugares que no me esperaba.
Bueno, eso. Cuando
arranqué, en 2004, no imaginé que terminaría escribiendo novelas en lugar de
guiones de cine. Recuerdo que Josecito, o MS, como prefieras, me dijo que usara
seudónimo por eso de la incompatibilidad, a lo que yo le respondí que quería ver
mi nombre en la pantalla. Creo que fue por eso que terminé desembarcando en la
literatura. Porque, como me dijo José Luis Garci en “La Feliz”, muchos años
atrás, hay que ponerse al frente de los proyectos propios, de allí que él haya
dirigido sus guiones, pues un guionista pierde casi todos los derechos sobre lo
que escribió al entregarlo, a diferencia de un escritor.
No sé si
contesté tu pregunta, ¿o no me preguntaste nada y me imaginé todo…?
Hola, hola,
¿estás ahí?
¡¡Holaaa…!!